El destino
¿Vamos de fiesta esta noche? Por supuesto contestó el joven chico.
Les voy a contar una historia donde la casualidad quedó desmarcada por el destino.
Era un viernes más (7 de diciembre concretamente) él se dirigía como otras tantas noches, a pesar de llevar poco tiempo en la metrópolis, a casa de ese chico que era la única persona con la que podía contar para llevarlo a cabo. Iba a salir, iba a volver a abandonar su cuerpo a la libre suerte de la casualidad que pudiera no volver. Esa noche era distinta, iba a realizar un abandono completo de su cuerpo y, triste y consecuentemente, de sus valores. Fueron a una de las discotecas más transitadas de Madrid, donde la música era de su gusto. Tomó, tomó y tomó y se evadió de sus sentimientos negativos que le pesaban como la más consistente roca. Ya se encontraba evadido, libre, fuera de sí.
Bailaron y tomaron y, de repente, su mirada se paralizó ante unos ojos penetrantes que no daban posibilidad de dejar de mirarlos.
¡Hey! ¿Qué pasa que no te acuerdas de mi? Dijo el chico de mirada penetrante al acompañante del joven chico.
¡Hombre! Es que te has rapado y no te reconocía. Le contestó
Mantuvieron algo más de dos minutos de conversación y, para sorpresa del joven, el chico de mirada penetrante le compartió la mirada. La sensación del joven fue una nunca antes vivida, fue como cuando la luna se proyecta en el mar en una noche de verano de madrugada, como la primera gota de lluvia. Sintió ver al propio Eros.
¡Hola! ¿Qué tal? Le dijo al joven su ya idealizado Eros.
Bien, ¿y tú?
Fue el principio del más bello, puro, real y sentido amor.
En ese momento dos almas, dos energías perdidas en la metrópolis se encontraron. Demostrando que, en verdad, la casualidad no es un término que se pueda aplicar a algo que no se puede evitar, contener, o elegir con más uso de razón sino que en estos casos actúa el destino.
Nuestro joven y su bello Eros empezaron un camino, nadie dice que fácil pero si que lleno del más puro y bello que jamás se haya representado en ninguna escena anterior. Sus corazones se unieron y se convirtieron en uno, con intereses compartidos, con objetivos similares, con pensamientos contrarios pero (y esto es lo más importante) con la certeza de que se profesaban un sentimiento irracional, incontrolable, real y hermoso.
Caen rodan abrazados y comiéndose los labios, agarrados de las manos, invocando a soles incendiarios.